jueves, 31 de julio de 2014

¿Caries? No se deje de ella

Identificar a este enemigo para atacarlo y eliminarlo.



Por: Redacción EL TIEMPO | 30 de julio de 2014  

Es recomendable visitar al odontólogo con frecuencia.

La caries dental y la gripa son los dos males más frecuentes de la humanidad, y como son contadas las personas que se han librado de ellos, se cree que son normales y que hay que tolerarlos como si fueran algo menor.

Grave error, porque si bien los dos son infecciones, la caries, a diferencia de los resfriados, no se va y, por el contrario, crece y crece tanto que puede poner en riesgo no solo la salud en general, sino la vida misma.

En consecuencia, se debe identificar a la caries dental como un verdadero enemigo al que hay que conocer muy bien para evitarlo o para atacarlo con fortaleza. Así que aprenda cómo se forma ese temible inquilino.

Bacterias. Estas son las culpables. Millones viven en su boca y, claro, como ellas necesitan alimentarse, aprovechan principalmente los almidones y los azúcares que usted les deja después de comer.

Ácidos. Las bacterias fermentan los almidones y los azúcares, y en ese proceso liberan unos ácidos terribles capaces de deshacer todo lo que tocan. Sí, así es la cosa.

Placa. Las bacterias avivatas se juntan en tumulto con la saliva, los ácidos y la comida, y forman una pasta pegajosa y blanquecina que les permite pegarse a los bordes de las encías y a lo que a ellas de verdad les gusta: a sus dientes. Eso se llama placa, y si no la retira, usted perdió el año y, de paso, sus muelas.

Mineral. El asunto es tan rápido que la tal placa se vuelve mineral en 20 minutos después de que usted come, y poco a poco crece una roca alrededor de sus dientes debajo de la cual las bacterias hacen de las suyas.

Destrucción. Con tranquilidad los mentados ácidos destruyen el calcio y el esmalte, que es la capa superficial de los dientes, y continúan con las más profundas, como la dentina y la pulpa. Eso es gravísimo.

Tejidos blandos. En la pulpa están los nervios, los vasos sanguíneos y otros tejidos que al ser atacados por las bacterias pueden tener desenlaces peligrosos. La pérdida del diente, los abscesos, el dolor, el compromiso de otros órganos como el corazón o la expansión de una infección por todo el organismo, son algunos de ellos.

La contra. Entendido todo esto la solución es simple: evitar que se forme la placa. Para eso hay que cepillarse los dientes con juicio mínimo por dos minutos después de cada comida y antes de que hayan transcurrido 20 minutos. Simple.

Por último. Visite al odontólogo con frecuencia. No está de más el uso de seda dental y de los enjuagues respectivos.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO

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